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Medios de comunicacion y el evangelio.

  • German Sánchez Griese
  • 5 mar 2015
  • 9 Min. de lectura

Hemos llegado a la era digital.

El último mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales 1 : “El sacerdote la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra” nos ha lanzado en medio de un mundo nuevo, o por lo menos a una cultura que hasta hace poco aún se perfilaba como tal. Los medios de comunicación han generado un hombre con una forma de ser y de actuar muy concreta. Y es precisamente a este hombre al que deben ir dirigidos los esfuerzos de la evangelización.

Algo nuevo, pero también algo que ya se sabía desde hace más de 45 años. El Concilio Vaticano II abrió precisamente las puertas para entender y evangelizar la nueva cultura que estaba surgiendo a mediados del siglo pasado. No eran los cambios los que generarían una cultura nueva, sino la velocidad con la que tales cambios estaban influenciando el modo de ser y de vivir del hombre. Providencialmente el Concilio Vaticano II pretendía abrir nuevos horizontes a la evangelización. “La Iglesia católica, fundada por Cristo el Señor para llevar la salvación a todos los hombres y, en consecuencia, urgida por la necesidad de evangelizar, considera que forma parte de su misión predicar el mensaje de salvación, con la ayuda, también, de los medios de comunicación social, y enseñar a los hombres su recto uso.” 2 Es por tanto la salvación de los hombres el primer requisito, la primera condición en la utilización de los medios de comunicación. El uso de los medios de comunicación a los que nos invita Benedicto XVI, no se trata de una cuestión de moda, o de quedarnos desfasados. Se trata más bien de la expresión de un impulso evangelizador que debe mover a todos los cristianos, y en especial a los consagrados a buscar los medios más adecuados para lograr que la Palabra llegue a todos los sitios.

Es por tanto necesario que las congregaciones religiosas que quieran poner en práctica los consejos que el Magisterio de la Iglesia ha dado a lo largo de estos 45 años sobre el uso de los medios de comunicación 3hagan una revisión, en primer lugar, no tanto del uso que han hecho o que pueden hacer de los medios de comunicación que la técnica pone a su servicio, sino del empuje evangelizador que tienen en la congregación. Sin un fuerte impulso evangelizador, el uso de los medios de comunicación social corre el peligro de convertirse en un arma letal para la vivencia del espíritu de la vida consagrada. Según menciona el Papa: “El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia mediante estos modernos medios de comunicación, y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo. Para ello, ha de unir el uso oportuno y competente de tales medios –adquirido también en el período de formación– con una sólida preparación teológica y una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por su constante diálogo con el Señor. En el contacto con el mundo digital, el presbítero debe trasparentar, más que la mano de un simple usuario de los medios, su corazón de consagrado que da alma no sólo al compromiso pastoral que le es propio, sino al continuo flujo comunicativo de la «red».” 4 No basta por tanto ser un experto en el uso de los medios de comunicación, sino que, antes que nada, ser un experto en la vida de Dios, esto es, un experto en la vivencia de la propia espiritualidad y en el diálogo con el Señor. Si la congregación religiosa o la comunidad o la persona consagrada a la que se le ha dado el encargo de evangelizar el mundo con el uso adecuado de los medios de comunicación no es una persona que vive realmente inmersa en Dios, es decir, una persona que vive la vida del espíritu, caerá en la trampa de hacerse presente en los medios simplemente como una moda, un pasatiempo o incluso como un medio en el que puede poner en riesgo su propia vocación.

El evangelizar la cultura mediática requiere antes que nada estar evangelizado y sentir como propias las necesidades de todos aquellos que navegan por la red 5. La evangelización de los medios de la cultura digital parte de un conocimiento adecuado de esta cultura. No es lo mismo dialogar en la red que dialogar cara a car. No es lo mismo un mensaje impersonal que un gesto no verbal transmitido a través de una sonrisa, un asentimiento del rostro, una señal de asombro en las cejas. Quien quiera evangelizar el mundo de la red debe ser consciente que se verá inmerso en una nueva cultura muy distinta a la cultura del mundo real. El estudio del fenómeno mediático de la era digital deberá ser parte de su preparación antes de lanzarse a la evangelización de este medio.

No deberá olvidar tampoco el peligro de las adicciones que pueden darse en el uso de estos medios, especialmente del Internet. Una fuga de la vida de comunidad con el pretexto de no descuidar los contactos que se han hecho en la red respondiendo mensajes a horas en las que la comunidad se reúne para rezar, para comer o para convivir en fraternidad, puede llevar a deterioros en la vocación que pueden ser irreversibles o causar daños y heridas muy difíciles de curar. El tener el uso de estos medios como algo exclusivo, casi de propiedad privada en dónde nadie tiene derecho a inmiscuirse es otro digno de una adicción que puede relativizar la vida de una persona consagrada y hacerle olvidar realmente su identidad personal.

Por ello, quien se dedique a la evangelización de estos medios tendrá que ser no sólo una experta en el manejo de estos medios, sino una persona que viva una fuerte vida espiritual, con una clara conciencia de su consagración y unas sanas relaciones interpersonales en la comunidad.

El camino a seguir…

Una vez que hemos asegurado el impulso evangelizador, manifestación concreta de una vivencia serena y equilibrada de la propia consagración, es necesario una labor de discernimiento para saber que vías escoger en la evangelización de los medios. Son muchos los caminos que se ofrecen en este nuevo aerópago: foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web. Una telaraña de opciones a veces infinita que se abren como basto horizonte sin fin. Será necesario por tanto saber discernir en base a ciertos criterios para no perderse y no quedar incluso atrapado en esta moderna jungla tecnológica.

A mi parecer uno de los primeros criterios es el del tiempo a disposición que dedicaremos a este medio. Expertos en el tema afirman que la entrada a este medio requiere de un tiempo considerable en la gestión y administración del mismo. Por otro lado, han observado el fenómeno de la elasticidad del tiempo, lo que significa que para quien se conecta en la red, el tiempo cambia de dimensión, percatándose sólo hasta después del uso del Internet, del paso del tiempo. Por ello, un primer criterio para determinar el uso de los medios para la evangelización de la cultura mediática será el tiempo y el personal a disposición para este apostolado.

Un segundo criterio puede ser el sector que se quiere evangelizar, es decir, se debe responder a la pregunta del uso que se quiere hacer de los medios de comunicación. Es muy variada y amplia la gama que estos medios ofrecen para hacer llegar el mensaje de salvación. La modalidad y el uso deberán quedar determinados por el sector que se quiera evangelizar. Si la persona consagrada o la congregación deben dar a conocer el rostro de Cristo 7, este rostro de Cristo debe quedar muy bien perfilado antes de ser puesto en la red. Y por bien perfilado debemos entender el auditorio al que se quiere hacer llegar el mensaje, la definición del mensaje en cuanto tal y la forma que se ha escogido para transmitir el mensaje. Son elecciones no indiferentes para que el uso de estos medios no banalice el mensaje y sea realmente efectivo.

No hay que olvidar que si bien el mundo de los medios presenta grandes oportunidades, el mensaje deberá abrirse camino entre los otros mensajes que pululan en la red, muchos de ellos no sólo indiferentes al evangelio sino decididamente contrarios al mensaje de la salvación. Sólo quien viva con convicción su propia vocación y haya hecho una justa valoración del uso que quiere dar a los medios de comunicación para transmitir el evangelio podrá salir victorioso en esta nueva oportunidad que se nos pone a nuestro alcance. “El acto de amor a través del cual Dios se revela, unido a la respuesta de fe de la humanidad, genera un fecundo diálogo. Precisamente por esto, al hacer nuestra, en cierto modo, la petición de los discípulos “enséñanos a orar” (Lc 11, 1), podemos pedir al Señor que nos ayude a entender cómo comunicar con Dios y con los hombres a través de los maravillosos instrumentos de la comunicación social.” 8

NOTAS

1 Benedicto XVI, Mensajes, 24.1.2010

2 Concilio Vaticano II, Decreto Inter mirifica, 4.12.1963, n. 3.

3 “Pablo, después de haber predicado en numerosos lugares, una vez llegado a Atenas se dirige al areópago donde anuncia el Evangelio usando un lenguaje adecuado y comprensible en aquel ambiente (cf. Act 17, 22-31). El areópago representaba entonces el centro de la cultura del docto pueblo ateniense, y hoy puede ser tomado como símbolo de los nuevos ambientes donde debe proclamarse el Evangelio.

El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación, que está unificando a la humanidad y transformándola —como suele decirse— en una « aldea global ». Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales. Las nuevas generaciones, sobre todo, crecen en un mundo condicionado por estos medios. Quizás se ha descuidado un poco este areópago: generalmente se privilegian otros instrumentos para el anuncio evangélico y para la formación cristiana, mientras los medios de comunicación social se dejan a la iniciativa de individuos o de pequeños grupos, y entran en la programación pastoral sólo a nivel secundario. El trabajo en estos medios, sin embargo, no tiene solamente el objetivo de multiplicar el anuncio. Se trata de un hecho más profundo, porque la evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo. No basta, pues, usarlos para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta « nueva cultura » creada por la comunicación moderna. Es un problema complejo, ya que esta cultura nace, aun antes que de los contenidos, del hecho mismo de que existen nuevos modos de comunicar con nuevos lenguajes, nuevas técnicas, nuevos comportamientos sicológicos. Mi predecesor Pablo VI decía que: « la ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo »; y el campo de la comunicación actual confirma plenamente este juicio.” Juan Pablo II, Encíclica Redemptoris missio, 7.12.1990, n. 37c.

“En los medios de comunicación la Iglesia encuentra un excelente apoyo para difundir el Evangelio y los valores religiosos, para promover el diálogo y la cooperación ecuménica e interreligiosa, así como para defender los sólidos principios que son indispensables en la construcción de una sociedad respetuosa con la dignidad de la persona humana y del bien común. La Iglesia los utiliza también para difundir informaciones sobre ella misma y para ampliar los confines de la evangelización, de la catequesis y de la formación, considerando su uso como una respuesta al mandato del Señor: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16, 15). Misión ciertamente no fácil en nuestra época, en la que se está difundiendo la convicción de que el tiempo de las certezas ha pasado irremediablemente: para muchos el hombre debería aprender a vivir en un horizonte de total ausencia de sentido, mostrando lo provisorio y lo fugaz. En este contexto, los instrumentos de comunicación pueden ser usados “para proclamar el Evangelio o para reducirlo al silencio en los corazones de los hombres”. Esto representa un serio desafío para los creyentes, sobre todo para los padres, familias y para cuantos son responsables de la formación de la infancia y de la juventud. Con prudencia y sabiduría pastoral se debe alentar en las comunidades eclesiales a cuantos tienen dotes específicas para trabajar en el mundo de los medios de comunicación, de manera que lleguen a ser profesionales capaces de dialogar con el vasto mundo mediático.” Juan Pablo II, Carta apostólica El rápido desarrollo, 24.1.2005, n. 7.

4 Benedicto XVI, Mensajes, 24.1.2010

5 “También en el mundo digital, se debe poner de manifiesto que la solicitud amorosa de Dios en Cristo por nosotros no es algo del pasado, ni el resultado de teorías eruditas, sino una realidad muy concreta y actual. En efecto, la pastoral en el mundo digital debe mostrar a las personas de nuestro tiempo y a la humanidad desorientada de hoy que «Dios está cerca; que en Cristo todos nos pertenecemos mutuamente» (Discurso a la Curia romana para el intercambio de felicitaciones navideñas, 21 diciembre 2009).” Ibídem.

6 Tonino Cantelmi, La mente virtuale, L´affascinante ragnatela di Internet, San Paolo Edizioni, 2002.

7 “El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia mediante estos modernos medios de comunicación, y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo.” Benedicto XVI, Mensajes, 24.1.2010

8 Juan Pablo II, Carta apostólica El rápido desarrollo, 24.1.2005, n. 5.

Información de Catholic.net


 
 
 

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